sábado, 6 de diciembre de 2008

Análisis Histórico para el Estudio Estratégico

REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
MINISTERIO DE LA DEFENSA
INSTITUTO DE ALTOS ESTUDIOS DE LA DEFENSA NACIONAL
XXX MAESTRIA EN SEGURIDAD Y DEFENSA NACIONAL
COHORTE 2.004 – 2.005
“GRAN MARISCAL DE AYACUCHO ANTONIO JOSE DE SUCRE”



Análisis Histórico para el Estudio Estratégico
de los Focos de Conflicto entre las
Comunidades Indígenas del Estado Amazonas
y el Estado Venezolano


Autor: Lic. Eloy Enrique Reverón García
Tutora: Dra. Luisa Fernanda Zambrano

Resumen:
En virtud de la situación en que se encuentra la gran mayoría de los pueblos indígenas del país, se realiza el presente estudio, cuyo objetivo principal es elaborar un análisis histórico para el estudio estratégico de los focos de Conflicto entre las comunidades indígenas del Estado Amazonas y el Estado Venezolano. Para tales efectos, esta investigación se realizó aplicando la combinación de la metodología del Plan General del Estudio Histórico con el aporte teórico de la Hermenéutica Histórica tomando como referencia algunos aspectos estructurares del método estratégico para la solución de problemas en seguridad y defensa sistematizado por el profesor Nelson J. García Becerra para que el análisis histórico se adapte a la orden de los estudios estratégicos. Se desarrolla en cinco capítulos; el primero, dedicado al planteamiento del problema; el segundo, al marco metodológico, donde se justifican los métodos y explican las diferentes teorías que fundamentan las interpretaciones empleados en la presente; el segundo, conforma una visión histórica de la evolución de la relación política y jurídica del Indio con el Estado; el tercero, al Marco Teórico; el cuarto se enuncia la situación estratégica del conflicto agonal entre las comunidades indígenas del Amazonas con el Estado Venezolano. Finalmente se desarrolla un último capítulo para presentar el análisis histórico como expresión del enfoque histórico con el patrón del estudio estratégico.
Descriptores: Análisis Histórico, conflictos de indianidad, seguridad y defensa, indigenismo, descolonización

lunes, 20 de octubre de 2008

La Lengua de Cervantes, el Lenguaje de la Integración. Eloy Reverón

La Leyenda Negra se queja de aquellos procesos de evangelización compulsiva y obligatoria conversión que colocaron al Indio entre una disyuntiva peculiar: o besas la cruz o te rompo el cuello; como le hicieron a Atahualpa por decir además que el Papa estaba loco por otorgar el Derecho a la Conquista de unas tierras que no le pertenecían. Moisés justificaba otra empresa colonialista que prometió una tierra que también tenía dueño, pero alguien debía justificar de alguna manera, más o menos sagrada, el proceso de avance de la cultura judeo cristiana.
Situaciones de esta naturaleza son las que fundamentan los mitos colonialistas de nuestra civilización, pero la implantación del cristianismo tiene un lado luminoso muy importante tomar en cuenta a la hora de realizar campañas para la exaltación de nuestros valores extraídos de una historia que no nos contaron, pero que constituyen una realidad que nos une en virtud de valores comunes. La Gran Reunión India no sería más que una gran Torre de Babel clonada en el corazón de las Américas; nada más en Venezuela, conviven treinta y dos etnias con lenguas y culturas diferentes. El resultado positivo de esta cristiandad lo constituye, que el simple hecho de poder entenderse en castellano, les permitió la unidad mínima para organizarse y llegar a participar en el proceso constituyente de 1999, donde hicieron incluir sus derechos dentro del nuevo modelo de país que se estaba concibiendo.
El cristianismo se perfila dentro de su dimensión de fraternidad universal extensible al resto de la América Latina cuando la lengua castellana se convierte en un idioma continental, una comunidad que habla el lenguaje de la integración, con ventaja comparativa respecto a otros integrados porque es una comunidad lingüística y culturalmente integrada.
Cuando el Indio irrumpió contra la mentalidad colonialista, comenzó a sentirse orgulloso de ser Indio con mayúscula y a percibir con nitidez, la virtud de su indianidad. Esa defensa que día a día realizan las etnias unidas es posible gracias a un espacio común a todos, la posibilidad de entendernos en la lengua de Cervantes. Un valor cultural poco apreciado a nivel continental sobre todo en el ámbito de la publicidad del orgullo que debe exaltarse detrás de semejantes valores. Por eso se hace necesario revisar también los valores de nuestra hispanidad, revisar la esencia de sus símbolos y sacar partido de nuestra histórica confrontación cultural, sobre todo en momentos cuando celebramos los pasos preliminares de Tele Sur, no perdamos de vista la ventaja comparativa saber que en Latinoamérica somos algo más que indios, negros y españoles; porque somos también portugueses, asiáticos, árabes, y europeos, toda una comunidad continental que se entiende en la Lengua de Cervantes.

sábado, 16 de agosto de 2008

I n d i a n i d a d por Eloy Reverón

La solución de los problemas de la Indianidad no se vislumbra a corto plazo debido a los prejuicios ideológicos y raciales que se ciernen sobre la realidad de este sector minoritario que habita en un inmenso ecosistema que abarca cerca de la mitad del territorio de venezolano, por demás, históricamente excluido y olvidado. Sin tomarlo en cuenta como a un Indio con mayúscula, se le olvida adrede o por ignorancia o por intereses económicos. El asunto se percibe en la actitud del criollo hacia el Indio donde se asoma una odiosa mentalidad muy arraigada a nuestras raíces coloniales, heredadas de cinco siglos de modernidad y de conquista ideológica que no había recibido respuesta conciente por parte de una sociedad conquistada por esa Cruz, que en el presente histórico está complementada por los medios de comunicación pagados por los colonizadores del siglo XXI, tal como se podrá apreciar en el desarrollo del tema que proponemos mediante la presente publicación.
Esta referida mentalidad colonialista, o supraestructura ideológica de dominación, no se afianza menos porque el criollo todavía colonizado, no admita su condición haciéndose el desentendido, sino porque forma parte del ser nacional, condicionado por la ideología de la Cruz que bendijo la conquista y maldijo la independencia; (al contrario de la Cruz de Leonardo Boof, que bendijo la de liberación mediante la praxis de una Iglesia para los pobres excluidos).
Muy a pesar de la ruina generada por las guerras civiles que azotaron a Venezuela entre 1811 y 1903, la resistencia contra el imperio continuó en una nueva fase contra el imperialismo, porque cambiaron los herederos de la hegemonía, y lejos de apaciguarla, alimentaron la ideología colonialista con todos sus temores y sus nuevas maneras de vender indulgencias.
Lo sorprendente es que todavía después de casi una década de una intención oficial, no se haya desarrollado una política cultural que logre, de manera integral, la toma de conciencia respecto a una Historia de Venezuela capaz de entender y hacer comprender que la Historia de Nuestra América es la historia de un conflicto entre las fuerzas de dominación por un lado que han enfocado sus políticas de manera sistemática frente a unas fuerzas de liberación que no han actuado coordinadas en conjunto. Una lucha incesante de la libertad que no se dio cuenta que fueron más fuertes las cadenas mentales forjadas por el autoritarismo desde los púlpitos y la ideología derivada de la producción colonial, que el dominio con las armas y la política. Que al fin y al cabo, son estas dos últimas, dos formas de dominación tangibles. Pero la dominación ideológica no se ve, pero aún existe, aunque Santo Tomás no la vea.
Nuestra propuesta consiste en una relectura crítica de nuestra cronología histórica, de los problemas más relevantes que le corresponde resolver a la historia para que sean tratados desde nuestra realidad hispanoamericana con una visión nítida del pasado para poder entender con claridad el presente, y, finalmente, para una adecuada proyección de nuestra cultura revolucionaria, adscrita a un proceso de cambio genuino que llegue más allá de los decretos presidenciales. Porque es a nosotros, los historiadores a quien nos corresponde repensar nuestra historia con un criterio liberador, que afiance nuestra voluntad de cambio hacia el mundo que queremos construir, o al menos, salvarlo de la destrucción.
El obstáculo ideológico que tenemos más a mano es la mentalidad colonialista sazonada desde aquellas legendarias historietas del perrito Rintintín y del Llanero solitario, por recordar algunos de los ejemplos de la cultura neocolonialista que nos presenta a un indio con minúsculas donde se refuerza la imagen estereotipada por el positivismo, la del indio salvaje, o sumiso a un anónimo enmascarado blanco, que representa simbólicamente a una Ley y una Justicia racista y esclavista, disfrazada como el Llanero solitario, donde andar con un indio es andar con nadie, y que nadie de este lado se de cuenta, que desde el punto de vista de quienes nos dominan, Indios somos todos nosotros.
Si después de la lectura de este ensayo, el lector percibe o al menos ubica de dónde viene ese discurso massmediático de la religión contemporánea del consumo y el desecho que hace su trabajo hipnótico y constante, y que trata de amansarnos. Si se mantiene esta ideología en el Régimen Burocrático, en la educación que imparte, en la historia que se enseña, y en la cultura que aún impera, que no acusa evidencias de estar consciente de que la peor amenaza para la independencia económica, es la dependencia ideológica montada por el colonialismo y el neocolonialismo, y que no es posible vencer sin antes ganar la batalla de la independencia ideológica. Entonces la revolución o cualquier esperanza de construir un mundo más sustentable y justo, se desvanece como se desvaneció nuestra lucha por la independencia al día siguiente de la batalla de Carabobo, cuando se impuso la nueva clase de Libertadores que regresaron de la guerra a ocupar los latifundios que habían arrebatado a los enemigos de la República.
Si existe un asunto donde estaban muy claros los conquistadores de hace quinientos años, es que sus cadenas mentales no estaban tan consolidadas porque mantenían vivos sus recursos en cada área de dominación. En el presente no es muy diferente porque hoy queda mucha gente que pretende que no existen formas sutiles de dominio colonial o nos creemos muy libres. Al menos esa es la principal amenaza al proyecto Bolivariano porque esa fuerza de dominio tiene cinco siglos de consolidación, ninguna modalidad de dominio cuenta con semejante tradición, ahora catapultada desde los medios de comunicación.
La cultura de la colonia tiene una manera de ver las cosas, que impide percibir las formas sutiles de dominio. Es necesario escribir la historia de la dominación colonial, y su mentalidad labrada durante tanto tiempo. Vale la pena reiterar, que la gloriosa independencia fue una relativa independencia política y militar. La visión revolucionaria de la historia necesita tomar conciencia plena y transmitir a las nuevas generaciones una historia veraz y liberadora. Saber que la independencia política neutralizaba tan solo dos de las fuerzas de dominio: la política, representada por la Corona; y la fuerza coercitiva de las armas representada por la Espada; pero la Cruz y el avance de los conquistadores de El Dorado, representado por el Sol, se mantienen hoy tan sólidas como en el siglo XVI.
Por tales razones, todo lo expresado conduce a una idea. La esencia del conflicto Indio está en el avance de la Conquista que aún no ha terminado, que indios somos todos los tomados por menos por el discurso de la modernidad y la postmodernidad. Aferrado a su eurocentrismo, desde una universalidad donde el otro no pertenece a su universo.
Esta tesis genera conflicto con una pedagogía tradicional que se imparte en la escuela primaria que divide, y memoriza mecánicamente a la historia en Descubrimiento, Conquista, Colonia, Independencia, y termina casi como un cuento de hadas con la Vida Republicana. Pero la investigación contrapone la idea de que la Historia es una sola, indivisible, y no ha terminado.
Una revolución legítima plantea el conflicto entre dos historias; la primera, la del Colonizador, sutilmente autoritaria, ideológica, que condiciona nuestras mentes, elaborada pacientemente por el Conquistador durante quinientos años que no han terminado. No concluye aún porque los buscadores de El Dorado continúan como langostas devorando lo que queda de selva. Se han mutado con el paso de las generaciones de manera similar a sus colegas microscópicos, aquellos que transmiten el síndrome de inmuno deficiencia. Mutaron también su nombre, para poder olvidar a los mineros que durante el siglo XIX, se fueron apoderando del occidente del Esequibo. Y que curiosamente, iniciaron su avance, apenas España reconoció nuestra independencia.
La única diferencia notable entre aquellos mineros y los actuales garimpeiros es que estos últimos le están transmitiendo a la Tierra, una suerte de sida que paulatinamente va convirtiendo al Amazonas en un Sahara porque los Médanos de Coro resultan muy pequeños para compararlos. Pero los delirios de la fiebre del oro, y los efectos hipnóticos de la publicidad colonialista, hacen que esta reflexión luzca melodramática, pero no por ello debe dejar de ser objeto de nuestra reflexión.
En tal sentido los símbolos de la Cruz, el Sol, del Dorado, La Corona, y la figura ecuestre con su lanza y su espada se sumergen en nuestra historia como vectores de la fuerza de dominio colonial. El primero es de orden religioso ideológico y no solo continúa vigente sino también es mutante y se puede manifestar como red de emisoras de radio, televisión y agencias noticiosas. La segunda como una fuerza de dominación económica que se traduce en un modelo colonial de producción diseñado exclusivamente para satisfacer las necesidades metropolitanas, la búsqueda de El Dorado tampoco ha terminado. La Corona que representa los imperios del mundo de ayer y de hoy, recibió la liberación por la fuerza de las armas, pero quedaron intactos los vínculos de dependencia al mercado internacional. Así, por más que surjan Quijotes sin mancha y sin lanza con el fuego de su voz siempre el Indio a tenido que dar un paso atrás para darle paso al progreso.

sábado, 3 de mayo de 2008

El Indigenismo (Repaso histórico de la Resistencia) Eloy Reverón

(Fragmento de: El Instituto Indigenista Interamericano y las políticas indigenistas del Estado Venezolano (1970 1999) Tesis M/sc del Historiador Eloy Reverón, aprobada con Honores en el Instituto de Altos Estudios Diplomáticos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela “Pedro Gual” en Abril de 2003.)

El indigenismo se nos presenta como corriente ideológica y como formulación política en virtud de aportar nociones fundamentales para contribuir al proyecto nacional, desde el punto de vista político económico, y a la definición de la identidad nacional, desde el punto de vista antropológico. Su génesis recuerda una actitud moral consoladora de culpas desde la necesidad de compensar a los pueblos vencidos y subordinados al proceso civilizador impuesto desde la Conquista, llegando a constituirse en un movimiento de reivindicación que persiste en demandar justicia y derechos humanos para los Indios dentro del marco del reconocimiento de una sociedad pluricultural.
Es oportuno afirmar que el indigenismo se gestó como una actitud moral y humanitaria que fue evolucionando, pasando por un movimiento de reivindicación hasta manifestar su finalidad última de conformar nacionalidades a partir de la pluralidad étnica que constituye la base material de los estados, pero lo interesante del indigenismo mexicano fue el de transmitir a los países latinoamericanos, sus inquietudes acerca de los problemas pluriétnicos.
Para mediados de la década de los setenta, ya se realizaban en Venezuela foros sobre la problemática indígena. Según el antropólogo Miguel Acosta Saignes, los asistentes a estos foros estaban de acuerdo en entender el indigenismo como:
una corriente social que sostiene la necesidad de múltiples reivindicaciones para las culturas indígenas: territoriales, económicas, sociales, de cultura, etc [1].

Para comprender el sentido del indigenismo es necesario ubicarlo dentro del contexto de las Ciencias Sociales, como corriente de pensamiento, e inmerso dentro de una ciencia al servicio de intereses políticos e ideológicos, y sobre todo propenso a la evolución de acuerdo al marco histórico en medio del cual se desenvuelve. Así que su práctica es anterior a su definición conceptual, tal es el caso de Bartolomé de las Casas, reconocido como el primer indigenista por la defensa y denuncia de los abusos cometidos a esta población en América.
Otro detalle que vale la pena apuntar es resumido de un texto del Antropólogo venezolano Esteban Emilio Monsonyi, donde señaló que la antropología estuvo al servicio de la expansión colonial europea hasta mediados del siglo XX, hasta que entró en una crisis que puso en entredicho su futura existencia como disciplina, y de esa crisis que para 1980 acusaba considerables síntomas de superación,
... emerge la nueva antropología crítica que entre otros objetivos pugna por resarcir los daños causados a los pueblos históricamente oprimidos [2].

Estas apreciaciones también son propicias para considerar que tanto el concepto de indigenismo, como las actividades y políticas propuestas por el Instituto Indigenista Interamericano están marcadas por este proceso evolutivo del tratamiento del problema. En la mayoría de los casos es el marco histórico el encargado de explicar muchos testimonios contradictorios reflejados por los mismos investigadores e instituciones.

El primer indigenista fue Fray Bartolomé de las Casas al constituirse como defensor de los derechos de los Indios, abordando el asunto desde el punto de vista católico europeo. Este surge como consecuencia del proceso de genocidio que acompañó la conquista de América. Situación dio lugar a la polémica entre el mencionado sacerdote y el cronista oficial de la Corona, Juan Ginés de Sepúlveda. El carácter de la misma es el típico de la posición de dos sectores opuestos; el del sacerdote, que pretendió favorecer al Indio[3]; mientras que el Cronista, pretendió justificar la guerra contra el Indio. El éxito de Las Casas consiste en que logró que el Rey silenciara la obra de Sepúlveda, la cual se mantuvo inédita hasta 1892. Además alcanzó otro propósito importante como fue procurar la prohibición de otras expediciones a América. Constituye la primera etapa del indigenismo porque Fray Bartolomé fue el primero en denunciar directamente el genocidio.

"Dedicó su vida a despertar todos los sectores de España para que favorecieran al indio. Hizo un vasto cuerpo de leyes conocido con el nombre de Nuevas Leyes de Indias, 1592, en el que sobresalió como tesis fundamental, la creencia de que por medios persuasivos y pacíficos debería cristianizarse a los indios[4].

El carácter del sistema colonial fue denunciado por Las Casas en sus escritos, también señaló la autora que se le considera precursor de la antropología actual.
La segunda etapa corresponde al indigenismo moderno desarrollado en el siglo XIX, y ubica sus focos preponderantes en México y Perú bajo la influencia del romanticismo y el positivismo. La ideología avalada por el positivismo sustentó la realización de un atroz genocidio.
Durante este período, y más que en los otros, se niegan las culturas indígenas y sus aportes a las culturas nacionales; se ve al indio y por ende al mestizo como seres inferiores: predomina la tesis de integrar al indio a la cultura, y la educación dirigida se convierte en el arma para combatir la “barbarie”[5].

Pero esta corriente de pensamiento que constituyó una seria amenaza para el Indio y su cultura, tuvo un movimiento literario que de manera romántica se orientó en su favor, durante finales del siglo XIX y principios del XX.

Esta literatura reflejó al indio como las primeras víctimas de España en el Nuevo Mundo. Halló expresión en algunos poemas del Inka Garcilaso de la Vega, en las novelas indianistas e indigenistas, y en la narrativa contemporánea [6].

La tercera etapa corresponde al Indigenismo Clásico ubicado cronológicamente en las décadas de 1920 y 1930, con sus raíces en la Revolución Mexicana en las protestas contra los abusos e injusticias cometidos contra Indios y mestizos. Todavía como período de mayor maduración del pensamiento Indio debemos extenderlo por lo menos hasta la década de los cuarenta. Esa visón romántica y humanitaria fue adquiriendo una nueva dimensión reivindicativa como consecuencia de la toma de consciencia del lugar y el papel del Indio en la construcción de las identidades nacionales.

La presencia indígena pasó de ser considerada como un lastre a ser apreciada como una fuente de potencialidades, valores y estilos de vida que era imprescindible rescatar y vigorizar[7].

A este indigenismo clásico se le identifica también como Indigenismo Integracionista...
, que pretendía incorporar a los indios a una cultura nacional homogénea tuvo uno de sus momentos culminantes durante el I Congreso Indigenista Interamericano (Pázcuaro, México, 1940). Varios años antes, con ocasión de la VII Conferencia Interamericana de 1933, México había propuesto la celebración de un Congreso Indigenista Interamericano con el fin de elaborar un programa en favor de las poblaciones indígenas a nivel continental[8].

La cuarta etapa está identificada como la del Indigenismo Post Clásico que marcó su influencia sobre las revoluciones de Bolivia y Guatemala en la década de los cincuenta, pero que se extendió durante el programa de Reforma Agraria peruano entre 1968 y 1975.
El período de 1955 a 1975 podría caracterizarse por el predominio de las acciones encaminadas a promover el desarrollo de las comunidades indígenas mediante la introducción de innovaciones técnicas en el orden productivo, organizacional y de servicios [9].

Otro detalle que vale destacar con relación al indigenismo de estos años es la influencia ejercida por las políticas impulsadas por la CEPAL y los programas de cooperación internacional que se aplicaron en toda la región de América Latina.
La quinta etapa identificada como post indigenismo, o neo indigenismo cuya característica esencial es la de los Indios asumiendo el control de su propia organización. A comienzos de la década de los setenta, numerosos investigadores se abocaron a la labor de denunciar la destrucción de la civilización amerindia, sobre todo en el área de la selva del Amazonas, fue después de la Conferencia de Barbados en 1971, cuando los antropólogos lograron captar la atención internacional en virtud de denunciar el etnocidio del cual estaba siendo objeto las sociedades Indios. La presencia de los Indios se va haciendo cada vez más numerosa, hasta que prescinden de la idea de ser representados para ir asumiendo la responsabilidad de su propio destino. En el caso de Venezuela cuentan con tres representantes Indios en la Asamblea Nacional, como resultado de su participación activa durante el proceso constituyente. También resulta interesante observar la evolución de los movimientos Indios en Chiapas y en Ecuador.

La clasificación de los diferentes tipos de indigenismo durante la época clásica varía según el punto de vista asumido y los criterios utilizados para definir el término clásico. Para los efectos del desarrollo de esta idea consideraremos el momento cuando comienza a emerger el movimiento indigenista contemporáneo caracterizado por una actitud humanista que comenzó a manifestarse durante la segunda mitad del siglo XIX tomando como punto de partida la reflexión crítica de algunos sectores mestizos sobre los efectos devastadores de las políticas liberales sobre las comunidades Indios y el papel preponderante ejercido por los Indios en algunos acontecimientos históricos como la Guerra del Pacífico entre Chile y Perú (1879), así como el la Revolución Mexicana (1910)

,... la retórica indigenista que de finales del siglo XIX y comienzos del siglo deploraba, al tiempo que racionaliza, la condición de los indios como algo que puede corregirse sin poner demasiado en peligro la aproximación liberal[10].

De igual manera se deja de considerar indigenismo clásico el siglo XX, justo hasta el momento cuando los Indios asumen su propio destino.
El indigenismo formó parte del programa revolucionario de Lázaro Cárdenas, siendo México el primer país de América Latina que reivindicó sus raíces indias y el quien convoca a la I Congreso Indigenista en Páztcuaro, México en 1940, hecho que institucionaliza e internacionaliza el indigenismo para hacerlo perder su carácter reivindicativo y convertirlo en un instrumento de poder, como parte del aparato ideológico del Estado conocido como indigenismo integracionista el cual partió del siguiente supuesto teórico:
... los pueblos indios están marginados de la vida política, económica y cultural del país, por lo que hay que integrarlos a la vida y beneficios de la nación. Su supuesto práctico era que el indio no está integrado a la cultura occidental y por lo tanto había que integrarlo, occidentalizarlo, de manera gradual pero segura [11].

Vale la pena resaltar la observación que hizo José M. Fernández sobre el Indigenismo interamericano:
La ideología y política indigenista han evolucionado al mismo ritmo que las sociedades latinoamericanas y no pueden entenderse al margen de las estrategias globales de sus gobiernos de las que constituyen parte integrante, ni de la respuesta que los indios han dado a esas estrategias[12].

A la luz de la teoría antropológica, el indigenismo ganó visiones innovadoras que trajeron perspectivas y propuestas metodológicas para la comprensión de la naturaleza social y cultural del desarrollo donde entran una serie de nociones y conceptos que dan al indigenismo nuevas características que modifican su esencia, así:
... el principio de que el desarrollo, para ser real y consistente, no puede ser un hecho externo e impuesto sino una afloración natural a partir de la realidad social, cultural, económica e histórica de cada pueblo. Todo esto permitió una concepción integral del desarrollo, como respuesta a las tendencias economicistas y a las propuestas sectoriales y excluyentes [13].

Esto identifica a un indigenismo vinculado a la antropología que los conservadores consideraron una relación un tanto subversiva y se le opusieron argumentando que las prácticas indigenistas no constituían una inversión productiva. Ya para 1968:
..., en México una importante corriente crítica señalaba que el indigenismo era un medio para utilizar la antropología como instrumento destinado a mantener el colonialismo interno, sustentar la ideología de la dominación, entorpecer la conciencia de los explotados y obstaculizar la unidad nacional.
Sin embargo, enriquecido con el doble sustento de la teoría, proveniente de las ideologías, y de la praxis, que le ofrecen las ciencias sociales, notoriamente la Antropología, el indigenismo adquiere una rango de saber especializado...[14]

A partir de la segunda mitad del siglo XIX se hace presente la reflexión crítica sobre el impacto devastador de las políticas asimilacionistas producto de las concepciones darwinianas positivistas y las ideas racistas que calificaban al Indio como un ser inferior fundamentados en argumentos de tipo biológico y congénito. El indigenismo contemporáneo surge como reacción a semejante concepción, que no tiene niveles de madurez sino hasta completadas las cuatro primeras décadas del siglo XX. Es durante este período que el interés esencialmente romántico y humanístico que despertaron los Indios fue adquiriendo una dimensión reivindicativa porque se tomaba, paulatinamente, conciencia del papel jugado por los Indios en la construcción de las identidades nacionales. Algunos sectores de la sociedad comenzaron a percibir la fuente de valores, potencialidades y estilos de vida que se hacía imperioso rescatar y vigorizar. Sin embargo, a pesar de deplorar la situación de los Indios, se planteaba el problema como algo que podía corregirse sin alterar demasiado la aproximación liberal[15].
Los antropólogos de la modernización cultural tuvieron la creencia de poder construir naciones modernas culturalmente homogéneas. México fue el primer país que reivindicó con orgullo sus raíces indias, siendo el indigenismo parte del programa revolucionario del presidente Lázaro Cárdenas. El Indio había ganado su espacio en la historia de la revolución mexicana, estaba construyendo una nación renovada, y como combatiente revolucionario había contribuido a forjar una patria revolucionaria que teorizó esta gesta histórica y delineó los planes para formar una nación partiendo de la diversidad cultural, cuyos principales grupos étnicos establecidos en el territorio del Estado, habían aportado su presencia para constituir su base material. Este indigenismo que pretendía incorporar a los Indios a las respectivas culturas nacionales se manifiesta en la Octava Conferencia Internacional celebrada en Lima en 1938 y adquiere su primera sólida expresión durante el I Congreso Indigenista Interamericano convocado por el presidente Cárdenas en 1940. Cuando los Gobiernos de las Repúblicas Americanas decidieron reunirse en la Convención de Pátzcuaro, estaban motivados por resolver los asuntos comunes, relativos a un problema Indio que todavía compromete a toda la América y que poseía modalidades semejantes, pero es necesario destacar que reconocieron
... , además, que es conveniente aclarar, estimular y coordinar la política indigenista de los diversos países, entendida esta como conjunto de desiderata, de normas y medidas que deban aplicarse para mejorar de manera integral la vida de los grupos indígenas de América, ...[16]

En esta Conferencia de Pátzcuaro se estableció el compromiso de " elucidar los problemas que afectan los núcleos indígenas de las jurísdicciones respectivas" inclinarse hacia el objetivo de cumplir con los propósitos y finalidades expresados en el preámbulo mediante tres puntos fundamentales: 1.- La creación de un Congreso Indigenista Interamericano con capacidad de reunirse, al menos una vez cada cuatro años. 2.- Este estaría constituido por un Consejo Ejecutivo y un Director. 3.- La creación de Institutos indigenistas nacionales
"... establecidos en cada uno de los países participantes de acuerdo con la conveniencia de los respectivos Gobiernos. [17]"

El Instituto Indigenista Interamericano fue creado durante este I Congreso Indigenista Interamericano celebrado en Páztcuaro, México, en 1940. Esta fecha representa un momento estelar para el indigenismo integracionista que pretendía incorporar a los Indios a una cultura nacional homogénea.
El I Congreso Indigenista Interamericano constituyó una lección magistral de lo que es indigenismo integracionista. En él se abordaron prácticamente todos los temas que con diferente énfasis iban a reaparecer en sucesivos congresos de acuerdo con las prioridades políticas de cada momento y la evolución ideológica del indigenismo[18].

La importancia de dicho congreso radica en el hecho de que el Instituto estimuló la institucionalización del indigenismo a nivel interamericano, en una estrategia continental común. Un movimiento que a partir de allí se generalizará por todo el Continente con propósitos y finalidades de las políticas indigenistas, siendo el Instituto Indigenista Interamericano un centro articulador de esta política a nivel continental [19] donde educación, lengua y cultura fueron los elementos a los cuales se les prestó especial atención en virtud de incorporar al Indio a la sociedad nacional, hecho que los antropólogos llamarían años más tarde etnocidio o genocidio lingüístico encubierto de bilingüísmo. Hasta 1955 la educación de la población India pasó a constituir el objetivo principal de las propuestas y actividades del Instituto Indigenista Interamericano. La lengua como medio natural de transformación de la cultura para la integración a la sociedad nacional. Los influjos del proceso de modernización que experimentaron los países latinoamericanos durante la posguerra coadyuvó al colapso de las estructuras agrarias tradicionales afectó considerablemente a las comunidades Indios. Durante el Congreso Indigenista Interamericano celebrado en La Paz durante el año 1954 se pudo apreciar la preponderancia de las ideologías agraristas que no establecían, prácticamente ninguna diferencia entre campesino e Indio y pretendían darle a las comunidades una proyección de sindicatos y cooperativas .
Después de haber alcanzado el primer cuarto de siglo de trabajo conjunto, el Instituto había logrado dirigir esfuerzos hacia las metas propuestas mediante la Antropología y el resto de las Ciencias Sociales, las cuales adquieren notable relevancia a la hora de celebrarse el V Congreso Indigenista Interamericano. La lucha conjunta se había centrado en el desarrollo de la comunidad Indio y su integración cultural los hacía mirar el futuro con optimismo y sumo entusiasmo al poder afirmar que esta experiencia compartida les había permitido
... desterrar la demagogia y la búsqueda de satisfacciones a intereses particulares o de clase dominante que envolvían en el pasado las actividades de aculturación. La nueva orientación basada en la necesidad de obtener un conocimiento integral de la realidad cultural y de la estructura propia de las diversas comunidades indígenas, en la revaluación de su cultura, en la conciencia de su heterogeneidad y en la creación de motivaciones que impulsen al indígena a luchar en su propio beneficio [20].

El tema de este informe consiste en la expresión de la evolución de los principios que se habían gestado durante los Congresos anteriores encaminados a elaborar el conocimiento de las comunidades a fin de iniciar proyectos de desarrollo integral y organizar centros de adiestramiento en técnicas de antropología aplicada y para fomentar la creación de organismos nacionales indigenistas filiales del Interamericano, y de publicaciones de los estudios sobre el tema, e incluso los acuerdos concretados con la OEA para el establecimiento de centros de adiestramiento en técnicas de desarrollo como el proyecto 208 del Programa de Cooperación Técnica. Otra participación importante dentro del marco del XXXVI Congreso de Americanistas celebrado en Madrid, donde expuso los métodos y resultados de la Acción indigenista en las Américas y en otras reuniones internacionales pertenecientes a la OEA y la ONU.
La institucionalización en internacionalización del indigenismo le hará transformar su carácter reivindicativo de los comienzos para convertirlo en un instrumento de poder, un aparato ideológico de los estados, representativo de una ideología que fue evolucionando al mismo ritmo que las sociedades latinoamericanas. Se pretende entenderlo a través de las estrategias globales de los gobiernos y de la respuesta que los Indios han dado durante el período enmarcado.
Vale la pena destacar el cambio significativo registrado en el Instituto objeto del presente estudio lo constituye en experimentado bajo la influencia del intenso proceso de modernización que protagonizaron los países de América Latina durante el período de post guerra, lo cual contribuyó al colapso de las estructuras tradicionales del agro, y tuvo notable impacto sobre los pueblos Indios. Durante la década de los cincuenta, asuntos indígenas y asuntos agrícolas fueron considerados como caras de la misma moneda.
Esta reorientación del indigenismo implicaba una nueva comprensión de la cuestión india que interpretaba la brecha en cuanto a nivel de vida entre los pueblos indios y el conjunto social más en términos de causas materiales y estructurales que culturales. La clave para cerrar esa brecha se hallaba pues en la sustitución de las prácticas tradicionales indígenas por nuevas tecnologías y formas de organización y en una mayor participación en las instituciones económicas, sociales y políticas nacionales [21].

El objetivo principal que era hacer desaparecer al Indio para transformarlo en venezolano, mexicano o a cualquiera de las sociedades dominantes. En el caso venezolano falló, porque a pesar de todo cuenta con un respaldo jurídico que lo ampara en una condición especial de venezolano, no es un venezolano cualquiera. Uno de los objetivos esenciales era encontrar un método que les permitiera construir naciones modernas, culturalmente homogéneas.
Una característica fundamental de los primeros congresos del Instituto Indigenista Interamericano fue la ausencia de Indios en los mismos.
Hasta 1980 hubieron (sic) ocho Congresos Indigenistas Interamericanos. El octavo congreso, en Yucatán de México, fue el primero en dar acceso al creciente movimiento indígena [22].

Tres elementos históricos relevantes van a impulsar cambios notables en la orientación del indigenismo interamericano. La Revolución Cubana y el mito de la Reforma Agraria, la reacción correspondiente representada por la Alianza para el Progreso y las políticas de los programas de cooperación internacional promovidos desde la Cepal. La panacea estaba en la sustitución de las prácticas tradicionales por nuevas tecnologías y formas de organización que llegaron a creer más eficientes para incorporarlos a las instituciones económicas, sociales y políticas de las respectivas naciones.
“Este giro en la política indigenista contribuyó a diversificar la demanda de profesionales y facilitó la formación de cuadros y profesionales indios, algunos de los cuales han llegado a ocupar altos cargos de dirección en sus gobiernos o en organismos internacionales de ayuda al desarrollo, y otros incluso algunas veces los mismos, se han convertido paradójicamente, en líderes de los movimientos de reivindicación étnica [23].

Así como esos tres hechos históricos habían generado cambios en la formulación del proyecto indigenista, otras circunstancias políticas influyen sobre el pensamiento político al final de la década de los sesenta porque marcan un hito dentro de la evolución de la conformación ideológica de Latinoamérica, las relaciones del indigenismo internacional se ven influenciadas por las corrientes marxistas estimuladas por el ambiente de la Guerra Fría sobre la concepción de las ciencias sociales y la antropología social comprometida con el indigenismo interamericano, desde cuyo punto de vista implica la toma de conciencia de la realidad integral tanto en el presente como en el pasado. A mediados de diciembre de 1965 se reunió el Comité Ejecutivo del Instituto Indigenista Interamericano para analizar la situación del indigenismo interamericano, la necesidad de incrementar la participación de los Indios en la política indigenista de los países y de analizar las metas y objetivos del Instituto frente a la realidad del momento.
Los últimos acontecimientos de la década de los sesenta llevarán las tensiones bipolares a límite significativo. Es conveniente recordar la rebelión estudiantil expresada en hitos históricos como el “ Mayo Francés”, la “Masacre estudiantil de la Plaza de Tlatelolco”, la “Primavera de Praga”, el asesinato de Martin Luter King y la rebelión de los Pantera Negra, las protestas estudiantiles contra la guerra en Viet Nam, y el auge del marxismo y la Teología de la liberación en la Iglesia Católica presentes en la Conferencia Episcopal Latinoamericana celebrada en Medellín, y ya el pié humano había posado su planta sobre la superficie de La Luna, (al menos así se cree). Sin detenernos a medir la influencia de estos hechos, tan solo por su misma dimensión histórica resulta elocuente para el trazado de una imagen panorámica del subconsciente político internacional y la paranoia ideológica bipolar.
Semejante situación se refleja de manera elocuente en un artículo publicado en el órgano difusivo del Instituto Indigenista Interamericano en la pluma de Alfonso Villa Rojas donde comenta la tendencia ideológica de los Antropólogos e Indigenistas [24], la misma generación de antropólogos que se reunirán en Barbados para llevar la lucha Indigenista al contexto internacional. Expone el autor con acusada preocupación, la presencia de una “nueva tendencia” ideológica de los jóvenes antropólogos del continente la cual planteaba la necesidad de adquirir un compromiso político orientado al cambio de estructuras del poder político. En realidad, esta última frase pertenece al autor, porque cuando cita el discurso de los estudiantes se lee “cambio social entendido como cambio de la estructura socioeconómica.
La lectura de este artículo expresa la crisis ideológica que vivirá el Instituto para que en pocos años el indigenismo interamericano diera un giro de 180 grados en su orientación profesional. Pero al mismo tiempo ilustra posibles causas que marcaron la incomprensión de la esencia del problema Indio, porque éste estaba al margen de las tendencias políticas de nuestra civilización, más allá del contexto emocional causado por el fantasma del comunismo, por un lado; y por el otro, la exagerada ilusión de pensar que las estructuras económicas de la sociedad podían cambiarse como quien cambia las variables de un experimento de laboratorio, o la creencia de que los problemas sociales podían ser razonados con la misma mecánica de una ecuación. Un cambio de signos para desviar el rumbo de la historia. Quien tenía la razón, no es relevante para el problema que nos ocupa. Lo sustancial es que en medio de esta confrontación ideológica, el Indio y su problema quedaron relegados a ser el medio, en lugar de ser el fin. El objetivo esencial que consistió en diseñar una política que permitiera la realización humana del Indio, ofrecerle un lugar digno de su condición humana, para que dejara de ser tratado como un undermencshen [25], se vio eclipsado por ideologías políticas ajenas al Indio mismo, que tendría que esperar hasta alcanzar un grado de madurez política que le permitiera exigir la condición jurídica que merece. En esto el mérito histórico del Instituto Indigenista al estimular cada vez más la presencia del Indio en la política indigenista de sus países, aunque para lograr su presencia en esta institución, pasaron cuarenta años de evolución indigenista.
Finalmente, llegó el Indianismo: El Indianismo que implica la superación del indigenismo. Una filosofía que escribe Indio con mayúscula porque proviene del pensamiento cósmico de la vida y del mundo que nos rodea como fundamento esencial para la comprensión de la ideología indianista cuyo sentido expresa el orden en constante movimiento junto a la armónica sucesión de los opuestos que se complementan.

Fue adoptado por acuerdo del Consejo Indio de Sud América en la población de Ollantaitambo, en el Valle Sagrado de Los Incas en 1980. Rechaza al indigenismo porque corresponde a la ideología de la opresión y al paternalismo, porque desde su origen ha servido a los intereses racistas de los gobernantes, de las sectas religiosas, y de las Ciencias Sociales.
La indianidad define un conjunto de afinidades, identidad, leyes y preceptos que caracterizan al Indio y su existencia en el marco de una categoría universal de civilización. Su práctica es el indianismo como proyecto político orientado a restablecer sus propios tipos de sociedades en el presente y en el futuro, definiendo su fundamento sobre el legado ancestral.
[1] Miguel Acosta Saignes, “ Nuevas Interpretaciones del Indigenismo. “ en: Ultimas Noticias, Caracas, 1 de septiembre de 1974, p. 75.

[2] Esteban Emilio Monsonyi, “ Reflexiones en torno a la problemática indígena” en: Sic, Caracas, año 43, N 44, feb 1980, p 55.

[3] Indio con mayúscula es relativo a la dignidad del aborigen.
[4] María Calderón Sosa, Presencia del Encantado en la Literatura de Tradición Oral de los Estados Sucre, Anzoátegui, Monagas. Caracas, USB, p. 43.

[5] María Calderón Sosa, Ob. Cit. P. 47

[6] María Calderón Sosa, Ob. Cit. P. 48

[7] José M. Fernández, Del Indigenismo al Indianismo, p. 5

[8] José M. Fernández, Del Indigenismo al Indianismo, p. 6

[9] Arze, 1991, citado por: José M. Fernández, Del Indigenismo al Indianismo, p. 8.

[10] José M. Fernández, Del indigenismo al Indianismo, p. 4

[11] José M. Fernández, Ob.Cit. p.6

[12] Idem.

[13] América Indígena, Vol L., p 66.

[14] América Indígena, Vol L., p 67.

[15] José M. Fernández, “Del Indigenismo al Indianismo. ¿Cambio semántico o giro copernicano en la ideología y política indigenista interamericana? en: VI Encuentro de Latinoamericanistas españoles, Madrid, Departamento de sociología V, Universidad Complutense, 1997


[16] Editorial, Instituto Indigenista Interamericano, “Seis Lustros de Existencia“, ( Reproduce la primera página del primer número de 1941. en: América Indigenista Órgano Trimestral del Instituto Indigenista Interamericano, México, pp 807 - 809

[17] Editorial, Instituto Indigenista Interamericano, “Seis Lustros de Existencia“, ( Reproduce la primera página del primer número de 1941. en: América Indigenista Órgano Trimestral del Instituto Indigenista Interamericano, México, pp 807 - 809



[18] José M. Fernández, Ob.Cit. p.7

[19] Arce Quintanilla, Oscar, “Del Indigenismo a la Indianidad: Cincuenta años de Indigenismo continental” en: Indianismo e Indigenismo en América, (Recopilación de Alcina Franch), Madrid, Alianza Ed. 1990, p. 20

[20] Editorial, “Informe acerca de las actividades del Instituto Indigenista Interamericano“, 1959 - 1964, en:
América Indigenista Órgano Trimestral del Instituto Indigenista Interamericano, vol XXV n 1, México, enero 1965, pp 3 - 13

[21] José M. Fernández, Ob.Cit. p.8

[22] Indigenus World, 1985, p 9

[23] “ Del Indigenismo al Indianismo ,
[24] Alfonso Villa Rojas, “La responsabilidad social de los científicos sociales“, en: América Indigenista vol XXIX n 3, (Órgano Trimestral del Instituto Indigenista Interamericano), México, Julio de 1969, pp 787 - 805

[25] Calificativo utilizado por los nazis para fijar la condición jurídica del judío, infrahumano desde el punto de vista racista.

viernes, 25 de abril de 2008

Modo de Producción Colonialista por Eloy Reverón

Para formular los elementos esenciales del modo de producción colonialista, debemos considerar que las estructuras económicas no sufrieron alteración como resultado de la guerra por la emancipación o independencia política de la América Hispana. Observar su historia dentro de la dialéctica de una relación de dominio, no solo para el Indio, sino para los pueblos mestizos, y toda una amplia gama de excluidos.
El enfoque teórico propuesto visualiza y organiza la información y el discurso bajo la guía de cuatro vertientes de dominio: el de las armas, el de la religión, de la política y el de la economía, que de igual manera los identificamos con los símbolos de la Corona, la Cruz, la Espada y el Oro con su ambivalencia entre la búsqueda de la riqueza material y la sabiduría.

Para efectos de la exposición se identificaron cuatro instituciones con sus respectivos símbolos: el Estado imperial, la Iglesia, la Fuerza Armada y las finanzas. El único símbolo que nos queda es la quinta esencia de estos cuatro elementos, el ser humano que habita y se conserva en unidad con la tierra, el Indio. La Corona requería más súbditos para cobrarle impuestos; la Cruz, necesitaba nuevos fieles que se arrodillaran y pagaran su limosna; la Espada, buscaba enemigos para doblegarlos y despojarlos de la riqueza; el Oro, la luz del conocimiento buscaba un lugar donde expandir la cultura dominante, para establecer la validez del saber, allí están las primeras universidades fundadas en la América hispana.

Finalmente La Tierra, tiene al Indio para que la proteja, la conserve y la venere. Pero la visión colonial tenía una idea diferente, sólo contemplaba el aspecto relativo a sus necesidades económicas que podían ser satisfechas a través del Indio, hasta el momento, potencial dueño de la fuerza de trabajo requerida para la empresa. La Espada doblegaba su energía mediante el rito de la Guerra; la cruz, doblegaba su espíritu mediante el rito de la comunión; la Corona distribuía las ganancias con nuevas cotas de nobleza y poder; y la universidad reservando el saber de los principios económicos, de la historia y la filosofía para el control y el dominio del Imperio Español.

A la Espada le convenía que el indio no fuera persona y careciera de alma, para que no transcendiera el hecho si moría buscando perlas en el fondo del Caribe, o tapiado más tarde en las minas del otrora Tawaintisuyu[1]; a la Cruz le interesaba que el indio tuviera alma, para justificar la empresa de salvarla; al Sol, perpetuar la conciencia material e intelectual del dominio hispano; y a la Corona que fuera súbdito o vasallo para que se manifestara como tal mediante el pago de los impuestos reales.

Esta síntesis simbólica facilita la trialéctica de los elementos esenciales que nos interesa destacar en la historia de una relación de dominio, que puede incluso trascender la relación del Indio al resto de la sociedad. La utilidad de este marco histórico para la observación de la dinámica del mismo conflicto que después de cinco siglos continúa latente; entre otras cosas, se justifica por la falta de comprensión de todos y cada uno de los actores, del sentido histórico de los hechos, como aporte útil para analizar los aspectos que surgen de esta situación. El primero, es que detrás de la conducta histórica reposa una ideología colonialista que será constante en todo el proceso, y que ya se expresaba desde el mismo lenguaje utilizado por Colón; el segundo, que la religión juega un papel esencial para reducir el espíritu del aborigen en virtud de someterlo al sistema productivo, hecho justificado por la misión de otorgarle la posibilidad de salvar su alma del infierno, aunque hubiera que arrojar muchos cuerpos a las hogueras de la Inquisición; el tercero, que de todo esto resulta un producto histórico, legado para el futuro, engendro de toda esta situación; el resultado del choque entre dos culturas, instrumento clave para relacionar los elementos que entrarán en juego, en similar y posterior situación. Finalmente la clara convicción de que la historia no se refiere solamente a los hechos del pasado, ni que estos hechos se repiten de manera cíclica, lo que es esencial, que quede teóricamente establecido, es la idea de que el proceso histórico no debe observarse con limitaciones temporales, porque siempre están sucediendo hechos de la misma naturaleza. Los actores de este conflicto son fichas sobre el mismo tablero, los intereses de cada sector definen las reglas del juego, para que a través del tiempo histórico, padres, hijos y nietos, continúen representando la misma comedia, como si estuviera grabado en los genes, el reparto del libreto.

Cuando Simón Rodríguez se refirió a que no había habido independencia sino un armisticio, decía de manera sintética que se había roto un vector de las cuatro fuerzas de dominio colonial, la independencia política alcanzada por la fuerza de las lanzas de los llaneros. Es Estado Imperial hispano fue sustituido por un Estado Neocolonial, dominado por la fuerza de las finanzas europeas y por la fuerza de la protección del comercio a través de la Armada británica. La Cruz mantiene su dominio ideológico, fortalecido con sus postmodernos aliados como la televisión y la prensa mercenaria.


[1] Continente solar, sustantivo en idioma queswa utilizado por los inkas para definir la extensión de su dominio político, espiritual y económico.


Eloy Reverón erivem@gmail.com

Visión Simbólica de una Relación de Dominio.

La Corona Española tenía el objetivo de ampliar sus dominios. La doctrina mercantilista requería oro, perlas, plata, y todos los valores derivados del dominio de la tierra. La Iglesia necesitaba recuperarse del cisma más importante de su historia, la Reforma. Le urgía aumentar sus dominios; en este caso la conquista de un orden espiritual, pero como todo dominio espiritual requiere de una base material que lo sustente, era necesario invertir para ganar. Después de finalizado el proceso de expulsión de los moros de España, la clase militar que había quedado ociosa, esperaba ampliar sus horizontes para saciar sus ambiciones económicas y los delirios de nobleza. Así surge una nueva empresa mercantilista con inversionistas como Los Welser, dispuestos a “sacrificar” sus capitales en aras de la acumulación de oro y perlas y piedras preciosas. Es la Historia de una empresa de dominio donde las civilizaciones preamericanas fueron sometidas por medio de la fuerza de las armas; de la ideología por medio de la religión; sometimiento político por medio de las instituciones burocráticas; y a través de la economía mediante la implantación de un modelo de suministro de materias primas en función de las necesidades del mercado metropolitano. El avance de estas cuatro modalidades de conquista y de dominación vincula al proceso histórico con el colonialismo.
Eloy Reverón erivem@gmail.com

Contexto Histórico de la Resistencia India.


El habitante original del continente americano vio transformar violentamente su vida desde el mismo instante cuando La Corona española dio inicio a su proyecto para implantar la sociedad colonial en América. El Indio[1] entró de manera forzada en un plan ajeno a su concepción empírica y espiritual del mundo, donde paradójicamente, ingresaba a formar parte de un proyecto de civilización que lo reconocía como súbdito de Su Majestad, pero en condición de excluido. De lo contrario, al varón sólo le quedaba la alternativa de la guerra de resistencia o abrirse en retiro hacia las zonas selváticas en las cabeceras de los ríos. La hembra, en cambio, tuvo la alternativa de parir hijos del español en función de perpetuar su descendencia.
[1] Escribimos Indio con mayúsculas por razones de honor y respeto, razones que son explicadas por el autor en la Teoría de la Historia de la Resistencia India.
Eloy Reverón erivem@gmail.com