martes, 18 de noviembre de 2014

Medio Milenio de Olvido Eloy Reverón

La presente corresponde a los apuntes para la ponencia a ser presentada con este título en Caracas Asamblea Nacional el día viernes 21 de noviembre de 2014.
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Medio milenio de olvido pretende recordar a los olvidados de la tierra, los condenados al olvido. Las primeras víctimas de la dominación. Millones de seres humanos sometidos al más ruin de los genocidios, de cuyos sobrevivientes quedamos algunos de nosotros. Más de lo que nosotros pudimos creer alguna vez. Inspirado por ese espíritu de nuestros antepasados dedicamos buena parte de la juventud a investigar y estudiar todo lo relativo a una memoria perdida, pero no perdida por olvido, sino por falta de interés de quienes habían podido permitir que todos los documentos se salvaran de la inclemencia, precisamente porque estaban olvidados en los archivos del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Medio Milenio de Olvido reúne la experiencia narrativa de dos trabajos académicos para optar a los grados de Magister en Relaciones Exteriores, y Magister en Seguridad Y Defensa, ambos dedicados al tema de la indianidad, sumados a una serie de investigaciones realizadas como exposiciones realizados durante los cursos de pregrado vinculados a las culturas indígenas y el proceso de población e implantación de la sociedad colonial.

Esta historia comienza narrando un primer capítulo que nos lleva desde la reducción de las etnias que ocupaban los espacios más apropiados para la vida económica y descanso para los nuevos amos, los encomenderos. No nos ocupamos de los asuntos heroicos de nuestros antepasados, solo tratamos de reunir testimonios que nos ayuden a explicar lo que finalmente comenzamos a comprender cuando terminábamos de redactar el primer borrador. Por ahora presentamos una parte del capítulo dedicado a lo que ellos llamaron la reducción de los indios.

En Medio Milenio de Olvido, nos ocupamos de tratar el asunto del Colonialismo y  Religión en  la ideología del lenguaje colombino. Después tratamos el tema de la evolución de la condición Jurídica del Indígena durante este medio milenio. Cuando analizamos el producto histórico de la conquista denunciamos que la convicción de la condición de inferioridad del indígena carece de fundamento epistemológico y es producto histórico de la dominación. Este lenguaje refleja una actitud ideológica equivalente a los objetivos que identifican la política con un proceso de "reducción", "incorporación" y “civilización” de los indígenas durante el siglo XIX y gran parte del siglo XX venezolano. Semejante mentalidad colonialista estará presente en el lenguaje, y aunque las palabras cambien el significado de las relaciones de los actores se mantiene constante, por tal razonamiento, la referencia histórica explica por sí misma la esencia del problema en las relaciones del presente. Otra parte del libro la dedicamos a Evolución histórica del Indigenismo en América, presentando con detalle los cinco tipos de Indigenismo durante la evolución de esta disciplina científica durante su época clásica. Luego pasamos a revisar la crisis del Indigenismo Interamericano y el llamado Réquiem del Indigenismo Integrista Interamericano proyectado hacia la visión del Neo Indigenismo, el cual desembocó en el carácter pluricultural y multilingüe que prevalecerá para continuar la relación y el nuevo perfil Indigenista Interamericano desde el Instituto con sede en México bajo la dirección del doctor Oscar Arze Quintanilla, consideraba que desde 1977 a  1989, se habían llevado a cabo importantes cambios en la política indigenista del continente  porque se habían transformado las concepciones, proposiciones y proyectos, que conformarían un nuevo escenario indigenista más amplio y con interlocutores más activos y participativos.

También hacemos un breve repaso referencial a la Acción Indigenista desde las Organizaciones Internacionales, el ambiente que los llevó a conformar lo que fue identificado como El Grupo de Barbados, el cual tuvo una repercusión de considerable valor al colocar sobre el tapete de la opinión pública el tema de los Derechos Humanos Indígenas.

Mención especial también merecieron tanto la participación de la Organización Internacional del Trabajo y el Tratado de Cooperación Amazónica la política indigenista   venezolana estudiada desde los archivos de la Dirección de Fronteras y su evolución histórica desde la el origen de las decisiones relativas a la política indigenista del Estado Venezolano durante el siglo XX. Tratando también el asunto como fue tratado en Universidades, Institutos de Investigación y Organizaciones No Gubernamentales y el indigenismo en el marco institucional venezolano durante las últimas décadas del siglo XX, la política y la acción Indigenista del Estado Venezolano  (1969 – 1980); la política y Acción Indigenista (1981 – 1990) y finalmente el indigenismo durante la crisis revolucionaria (1990 1999), todo esto acompañado de una cronología y una abundante relación de fuentes documentales, bibliográficas y hemerográficas. Existe también un capítulo donde comenzamos a elaborar una teoría para explicar la historia de la resistencia India, la cual ha evolucionado en la última década hasta poder identificar con el título de Teoría Bolivariana de la Historia (Una historia para la Liberación). Esto es precisamente el tema que resumiremos en el auditorio de la Asamblea Nacional en su sede de la esquina de Pajaritos.

El hilo conductor de nuestro trabajo fue elaborado desde la realidad de que estábamos frente a una relación de dominio, pero que además se había formado una cadena de dominadores y dominados, de excluidos que se resistían y aun se resisten a las imposiciones de la cultura dominante, pero también hemos estados dominados por una clase dominante dominada por sus amos foráneos, quienes siempre modifican sus formas de dominio encubiertas con los más insólitos argumentos. Este primer capítulo termina en un asunto conocido como  el indigenismo en América.

Lo primero que advertimos es que toda relación de dominio oculta la violencia o la justifica mediante un discurso y una cultura a la cual identificamos como cultura de la dominación. El primer acto de dominio consistió en darle nombres españoles a todas las personas y a las cosas. La isla de Quisqueya, que significa en el idioma de sus primeros ocupantes, los Taínos, la madre de las tierras,  en adelante, la llamarían La Española. El otro acto de dominación económica que trajo el nuevo experimento de implantación de la sociedad fue el cobro de tributo a los aborígenes, quienes debían aportar cierta cantidad de oro y algodón, o en su defecto prestar trabajo personal. Queda otra forma de dominación más evidente, cuyo resultado se vería materializado a los nueve meses de su ejecución. Una nueva generación de mano de obra para la servidumbre, la cual sería colocada en diferentes categorías o escalafones de importancia, todo en relación con el mayor o menor grado de acercamiento al color de la piel y los rasgos físicos más acercados a los del amo.

Durante los primeros años, la Corona no había establecido una política definida para la relación que establecían con los habitantes de las tierras ocupadas, se limitaban a reproducir sus costumbres medievales, a aplicar el derecho de guerra contra los moros y corsarios del Mediterráneo, consideraban como un hecho natural esclavizar a los enemigos, sobre todo cuando los supuestos enemigos no eran cristianos o contaban con buena fuerza de trabajo. Con respecto a la legislación española con respecto a los aborígenes debemos advertir que fue confusa, contradictoria, y sobre todo se quedaba sobre el papel.

Si el dos de agosto de 1530 se expidió una provisión general mediante la cual se proscribía la esclavización de los indios aunque fuesen capturados en "guerra justa", estamos ante una situación que indica que semejante práctica se había extendido a límites que era preciso detener o controlar. Al año justo de su promulgación, el primer gobernador alemán de Venezuela, Ambrosio Alfinger  la "suplicó"  ante la Real Audiencia de Santo Domingo porque le causaba daños y perjuicios a él y a los conquistadores, porque a falta de buscar inútilmente sin encontrar el fabuloso Dorado, la trata de esclavos indios era la única ganancia que habían obtenido de los 80.000 ducados que habían invertido los Welser [1] en la aventura venezolana.

Durante ese período inicial, se promulgaron y derogaron, disposiciones legales para regular la esclavitud de los naturales, la cual se fundamentó en justificaciones de captura por guerra y naborías, las cuales llegaron a considerarse como un derecho tan arraigado, que hasta se negaron a pagar el impuesto correspondiente del quinto real [2]. Luego vino una nueva forma de relación que se institucionalizó mediante una formalidad conocida como Repartimiento y la Encomienda[3], la cual no era más que una relación semejante pero con otro nombre.

El ideario de la Corona planteaba un problema jurídico cuando proponía la defensa de la persona y los bienes de los habitantes originales en Venezuela, quienes al carecer de concepto de propiedad privada y de la legislación que regulaba su existencia,  no encontraban más remedio que someterse o huir. En la realidad este ideario encontraba oposición de los colonos. El divorcio de los principios éticos con su aplicación práctica generó un conflicto en esta relación. La Ley consideraba a los nativos como a personas que requerían protección cuando en realidad, se les trataba como a animales porque no se les tenía la menor consideración a la hora de exigirles el trabajo. Proliferaron medidas reformistas, leyes pletóricas de buenas intenciones, pero incapaces de detener la acción depredadora de los colonos en las tierras conquistadas[4].

Las leyes de indias consideraron al indígena como a una suerte de niño grande, cuyos derechos merecían su protección en aras de su bienestar y justicia; un menor de edad dependiente de un tutor "civilizado" el cual debía asumir la responsabilidad de su destino.

Estas Leyes le garantizaban al aborigen los "beneficios" de la "civilización" y la "salvación" de su alma mediante un sistema que los "repartía" para colocarlos bajo la "protección" de los encomenderos, quienes además de ocupar sus espacios tradicionales, tenían el derecho de apropiarse de su fuerza de trabajo y el sometimiento a un impositivo régimen de tributos y contribuciones que asegurarían pobreza de por vida durante generaciones, y el Cielo después de los pesares sufridos en la Tierra.

El Papa Alejandro VI aspiraba a una rápida y segura cristianización de las regiones recién encontradas por las expediciones colombinas. La relación jurídica y política de este hecho está vinculada a la Bula Inter Coetera de tres de mayo de 1493. Su Santidad  entregó mediante donación a las Católicas Majestades de España, las tierras recién descubiertas y estableció la delimitación de las zonas correspondientes a españoles y portugueses. La intención está claramente vinculada a evangelizar a los infieles con el propósito de asociar a la Corona a la tarea de extensión de la cristiandad.  Este hecho se puede catalogar como un acto de Soberanía Celestial ejercida sobre el planeta, creación de Dios. Una vez rota la unidad cristiana con el protestantismo, apareció  la rivalidad por divulgar las propias creencias, o intensificar la cristiandad en virtud de esta contienda[5]. Para Atahualpa, último inca soberano, esta actitud fue considerada como una locura: repartir un mundo que no les pertenecía. Decirlo le costó la vida, o aceleró su sentencia. Lo mató el mismo extraño fundamento que otorga la soberbia de un monarca a sentirse con derecho de mandar a callar a otro jefe de Estado. La ideología que lo legitima en su país. La misma que justificó medio milenio de violencia.

Según las apreciaciones del jurista Rodríguez Iturbe, los colonialistas de entonces, tenían como ratio iuris, en lo que se refería a la evangelización del Nuevo Mundo, el principio de salus animarum.  O cualquier cosa que el común de los mortales no entendiera, pero que sonara con carácter científico. Pero más allá de las precisiones ideológicas y jurídicas, nos interesa fundamentar  la idea que expresa un autor citado por Rodríguez Iturbe quien señala que  El Estado Eclesiástico ocupaba un sitio preferente en la jerarquía social de Hispanoamérica. Considerando la Corona como uno de sus fines principales en la conquista del Nuevo Mundo, la conversión y doctrina de los indígenas, no dejó de favorecer y dotar allí a la Iglesia Católica y de honrar a las personas eclesiásticas[6]. Lo relevante de esta cita obedece a  fundamentar la idea de que la vinculación de la evangelización con la conquista de los territorios otorgados por derecho divino, tiene raíces y tradición histórica en cuanto a un proceso identificado con la idea de incorporar al indígena a la tradición cristiana y sobre todo, poner sobre el tapete la constante de la evangelización como elemento común, así como la presencia de grupos misioneros de las ramas más variadas del cristianismo, como se hará ver en el desarrollo de este trabajo la presencia de misioneros religiosos:  misioneros Capuchinos, Nuevas Tribus, Adventistas, y protestantes, entre otros, quienes constantemente se han dado a la tarea de influir sobre la cultura de las etnias, para favorecerlas con los beneficios de nuestra civilización, y pensando de manera sincera, en la mayoría de los casos, que les están haciendo un gran beneficio al cristianizarlos porque  han estado convencidos de que esta forma de vida cristiana es superior. El mismo Bartolomé de las Casas con su imagen de santurrón, no aceptaba otra religión que la propia, que según él, además era superior al resto de las religiones. A esta fuerza evangelizadora, representada con flechas como los vectores de la fuerza física, tienen su punto de partida en el símbolo de la Cruz y se proyectan en la expansión geográfica de la dominio mental que ejercerán las instituciones de la Cruz en la expansión de la cultura europea en América, a la cual se le incorporarán los medios de información del sistema capitalista a quienes continuaremos representando con la Cruz.

De los albores de la Conquista es necesario recordar un acuerdo firmado entre Enrique Ehinger y Bartolomé Sailer, representantes de la Compañía Welser en Sevilla, la cual tuvo lugar en marzo de 1528, mediante la cual se estipulaba la conquista y población de Venezuela, y más tarde, en 1531, pasó a manos de Antonio y Bartolomé Welser, sin olvidar las expediciones de Juan de Ampíes.

Vale destacar que después de la Independencia, la nueva nación le reconoce al aborigen su derecho de igualdad ante la Ley, pero a la luz del proceso histórico no alcanzamos más que a percibir un velo que resguarda nuevamente fines políticos y económicos concretos: la explotación de mano de obra barata y el despojo progresivo de sus tierras. La "civilización" lo desvincula del sentido colectivo de ocupación y aprovechamiento de los recursos del hábitat y los somete a un sistema progresivo de producción agraria al estilo criollo como la única alternativa frente al exterminio de sus patrones culturales y la aniquilación de sus etnias. Las nuevas naciones se encontraron ante una disyuntiva por su condición de nuevas repúblicas a la hora de diseñar nuevas estructuras la cual fue expresada por Simón Bolívar en su célebre Carta de Jamaica: ...no somos indios ni europeos, sino una especie intermedia entre los legítimos propietarios del país y los usurpadores españoles: en suma, siendo nosotros americanos por nacimiento y nuestros derechos los de Europa, tenemos que disputar estos a los del país y mantenernos en él contra la invasión de los invasores; así nos encontramos en el caso más extraordinario y complicado...  Dentro de semejante ambigüedad los criollos adoptaron modelos europeos que proponían la reducción e incorporación. En la obra, discursos, y conversaciones con el Doctor Esteban Emilio Monsonyi, siempre nos advierte el cuidado antropológico con que debe tratarse el tema del mestizaje, para no caer en una nueva versión del racismo colonial.   

En el Discurso mediante el cual Antonio Leocadio Guzmán[7] presenta su Memoria ante el Congreso en 1831. Muestra preocupación por la ausencia de Misiones, lamenta que “innumerables indios se han vuelto a la vida salvaje, sus pueblos están en escombros, yermos los campos que cultivaban[8].  Es un gobierno de supuesta ideología liberal, pero no percibe la fuerza colonizadora de la Iglesia, no podían captar que la inversión de la Iglesia era un negocio a muy largo plazo. Tan colonizado el ministro Guzmán que no observa la ingerencia extranjera en esas Misiones.

Durante el siglo venidero, las relaciones entre el Estado y la Iglesia no acusan comunicación relativa a la presencia de alguna política de Misiones, ignoraban el estado en que se encontraban siquiera las instalaciones de las Antiguas Misiones.  Para el Ministro del Interior y Justicia “ El medio más eficaz para la reducción de los indios gentiles ha sido hasta ahora el de las misiones, que ya en julio del año 18 decía el gobierno de Colombia que habían desaparecido desde el Amazonas hasta Cumaná”[9] El lenguaje oficial utiliza términos de “Reducción” y “Civilización” de tribus “salvajes”. Detrás de estos términos reposa una ideología que define claramente el punto de vista de la clase dominante con respecto a los indígenas, los desconocidos pobladores del territorio nacional ubicado en lo “impenetrable” de la selva. Menciona prohibiciones tales no como contratar indios sin salario estipulado ..., se les igualó en derecho con los demás ciudadanos, se les eximió de contribuciones civiles, por cinco años, en los bienes que poseyeran comunalmente, se les mandaron a restituir las tierras en proporción y pleno dominio, y se mandaron tomar informes y formar listas de ellos, con otras disposiciones igualmente benéficas[10].

La mentalidad  se asoma en el discurso  neocolonialista, es curioso observar estas citas a la luz de las necesidades de población blanca europea que manifiestan cuando piensan en inmigrantes.  Al avanzar el siglo  encontramos otro ejemplo: " Se declaran las regiones Delta y Caura y el Territorio Amazonas región de Misiones Católicas para la reducción y civilización de los indígenas, encargando de dichas Misiones a Religiosos Capuchinos, cuyo número podrá ascender a cincuenta padres"[11]

Pero más allá de los discursos, cuentas y justificaciones existen hechos concretos que reflejan la actitud hacia los indígenas y la manera como se les consideraba. Tal es el caso del Comandante de la línea de Sinamaica cuando informa al gobernador de Maracaibo acerca de  Los Excesos cometidos por los goagiros (sic) cerca de la línea de Sinamaica.  Aunque el tono de la presentación habla de excesos de los indígenas, no miran como exceso el hecho que los exploradores de campo estuvieran bañando y dando de beber a sus caballos en el único pozo donde los indígenas tomaban agua, sin tomar en consideración la aridez de la región. Ellos no lograron entender porque esos "indios tan bravos" se disgustaban cuando alguien llegaba a bañar sus caballos en el pozo  de agua potable[12]. Si observamos el contexto histórico donde se manifiestan los hechos, corresponden a la época de las discusiones Pombo Michelena. El argumento que se quería resaltar era que los venezolanos estaban muy ocupados en la defensa de la Guajira. Presentaron el caso como si los soldados hubiesen sido provocados por los indígenas, sin justificado motivo.

Cuando la información llega de Maracaibo a Caracas, y sale hacia Bogotá, tampoco mencionan el detalle de que los criollos bañaban sus caballos en el agua del pozo. Se olvida la condición climática de la zona, y el valor que el agua pueda tener para ellos. Si se observa el tenor del documento en virtud del lenguaje empleado; comienzan llamándolos "indios guajiros", luego entre paréntesis expresan que "habían intentado robarse los caballos de la guarnición", luego elevan el tono a "banda de forajidos", luego se refieren a "nuevas partidas de indios turbulentos", y resaltan el hecho de que tampoco  habían misioneros para esa época en la zona.

El Estado Venezolano, como engendro de la Guerra de Independencia no pudo controlar el mismo descontento insatisfecho manifiesto en las Guerras Civiles que agotó su resistencia después de consumir el siglo XIX alimentando su poder con más violencia, para la conquista de la paz. La violencia política duró, en pocas palabras: un siglo, hasta que el general Gómez impuso por la fuerza, aunque parezca contradictorio, impuso la paz, tanto el liberalismo, como la libertad se agotaron como símbolos para justificar guerras.

El siglo XX requirió de nuevos símbolos, el general Gómez había consolidado la unidad territorial de la Nación; mediante la integración de los Andes a la vida nacional; garantiza la paz mediante la conformación de un ejército nacional para el Estado, el Estado tendrá "provisionalmente " su comandante en Jefe: el general Gómez, quien monopoliza e institucionaliza la violencia, dando fin a cien años de guerras civiles.

Estado y Ejército fundidos sustituirán durante el neocolonialismo a la Espada y la Corona; mientras que la cruz se divide entre instituciones regidas por católicos y protestantes o evangélicos. Pero surge un nuevo símbolo, emblema de la Venezuela del siglo XX: la torre de Petróleo, el oro negro del neocolonialismo. El Dorado de ese siglo.
    





[1] Juan Friede, Orígenes de la Esclavitud Indígena en Venezuela, en: América indigenista Órgano Trimestral del Instituto Indigenista Interamericano, vol XXXII n 1,  México, enero 1962, pp 7 -23
[2] Juan Friede, Ob. Cit. p. 17.
[3]  “A partir de 1545 se inicia entre nosotros el sistema de la encomienda, ya que al mismo tiempo que se repartían tierras, se comenzaron a distribuir los indios entre los colonos, quienes los destinaban a cultivarlas, cuidar los ganados y demás trabajos agrícolas. El encomendero se obliga a enseñarles doctrina cristiana, español, mandarles a rezar una misa cuando murieran, a pagar tributo anual al fisco y servir al rey en lo militar cuando lo llamaren. No podían vender ni prestar los indios encomendados.” Arellano Moreno, Breve Historia de Venezuela, p. 114.
[4]  “La política española de buenas intenciones, como la llamaba Lambert, enfrentó siempre la resistencia enconada de los conquistadores y las de aquellos que les siguieron, dando origen al fenómeno que aún en nuestros días afecta tan profundamente la vida política latinoamericana, o sea la proliferación de medidas legislativas de naturaleza reformista, que manifiestan buenas intenciones, pero ante las cuales la respuesta es generalmente la de su evasión por parte de la mayoría.
[5]  José Rodríguez Iturbe, Iglesia y Estado en Venezuela, Caracas, U.C.V., 1968, pp. 12 – 13.
[6]  R. Konetzke,” La esclavitud de los indios en la Estructuración Social” en Estudios de Historia Social de España, Madrid, 1949. Citado por Rodríguez Iturbe, Ob.Cit. p. 21
[7]  Memoria, sobre los negocios correspondientes a los despachos del interior y justicia del Gobierno de Venezuela, que presenta el encargado de ello al Congreso Constitucional de 1831 (2 de la Ley y 21 de la Independencia) El texto de esta Memoria lo recogió Antonio Leocadio Guzmán en Datos históricos Sur Americanos, Bruselas, 1878, tomo I, pp 57 – 128) (Nota del Ed.) en La Doctrina Liberal, Antonio Leocadio Guzmán , tomo I, Caracas, Ed. Congreso de la República, n 5, 1983
[8]   Memoria del Interior y Justicia 1831,p. 87 en : La Doctrina Liberal, Antonio Leocadio Guzmán , tomo I   
[9]   Memoria del Interior y Justicia 1831,p. 87 en : La Doctrina Liberal, Antonio Leocadio Guzmán , tomo I.
[10]  Memoria del Interior y Justicia, 1931, p. 86 en Ob. Cit.
[11]  Joaquín Crespo, Decreto de 12 de mayo de 1894.
[12]  1.1.13.3 AGDF SE INSTRUYE AL MINISTRO DE LA REPUBLICA EN BOGOTA DE VARIOS EXCESOS COMETIDOS POR LOS GOAJIROS CERCA DE LA LINEA DE SINAMAICA EN 1844 FLS 503 - MCBO, 8 de febrero de 1844 fls 506 - 510

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