La presente corresponde a los apuntes para la ponencia a ser presentada con este título en Caracas
Asamblea Nacional el día viernes 21 de noviembre de 2014.
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Medio Milenio de Olvido reúne la experiencia
narrativa de dos trabajos académicos para optar a los grados de Magister en
Relaciones Exteriores, y Magister en Seguridad Y Defensa, ambos dedicados al
tema de la indianidad, sumados a una serie de investigaciones realizadas como
exposiciones realizados durante los cursos de pregrado vinculados a las
culturas indígenas y el proceso de población e implantación de la sociedad colonial.
Esta
historia comienza narrando un primer capítulo que nos lleva desde la reducción
de las etnias que ocupaban los espacios más apropiados para la vida económica y
descanso para los nuevos amos, los encomenderos. No nos ocupamos de los asuntos
heroicos de nuestros antepasados, solo tratamos de reunir testimonios que nos
ayuden a explicar lo que finalmente comenzamos a comprender cuando terminábamos
de redactar el primer borrador. Por ahora presentamos una parte del capítulo
dedicado a lo que ellos llamaron la reducción de los indios.
En
Medio Milenio de Olvido, nos ocupamos de tratar el asunto del Colonialismo y Religión en
la ideología del lenguaje colombino. Después tratamos el tema de la evolución
de la condición Jurídica del Indígena durante este medio milenio. Cuando
analizamos el producto histórico de la conquista denunciamos que la
convicción de la condición de inferioridad del indígena carece de fundamento
epistemológico y es producto histórico de la dominación. Este lenguaje refleja
una actitud ideológica equivalente a los objetivos que identifican la política
con un proceso de "reducción", "incorporación" y
“civilización” de los indígenas durante el siglo XIX y gran parte del siglo XX
venezolano. Semejante mentalidad colonialista estará presente en el lenguaje, y
aunque las palabras cambien el significado de las relaciones de los actores se
mantiene constante, por tal razonamiento, la referencia histórica explica por
sí misma la esencia del problema en las relaciones del presente. Otra parte del
libro la dedicamos a Evolución
histórica del Indigenismo en América, presentando con detalle los cinco tipos
de Indigenismo durante la evolución de esta disciplina científica durante su
época clásica. Luego pasamos a revisar la crisis del Indigenismo
Interamericano y el llamado Réquiem del
Indigenismo Integrista Interamericano proyectado hacia la visión del Neo
Indigenismo, el cual desembocó en el carácter pluricultural y multilingüe que
prevalecerá para continuar la relación y el nuevo perfil Indigenista
Interamericano desde el Instituto con sede en México bajo la dirección del
doctor Oscar Arze Quintanilla, consideraba que desde 1977 a 1989, se habían llevado a cabo importantes
cambios en la política indigenista del continente porque se habían transformado las
concepciones, proposiciones y proyectos, que conformarían un nuevo escenario
indigenista más amplio y con interlocutores más activos y participativos.
También
hacemos un breve repaso referencial a la Acción Indigenista desde las
Organizaciones Internacionales, el ambiente que los llevó a conformar lo que
fue identificado como El Grupo de Barbados, el cual tuvo una repercusión de
considerable valor al colocar sobre el tapete de la opinión pública el tema de
los Derechos Humanos Indígenas.
Mención
especial también merecieron tanto la participación de la Organización
Internacional del Trabajo y el Tratado de Cooperación
Amazónica la política indigenista
venezolana estudiada desde los archivos de la Dirección de Fronteras y
su evolución histórica desde la el origen de las decisiones relativas a la
política indigenista del Estado Venezolano durante el siglo XX. Tratando
también el asunto como fue tratado en Universidades, Institutos de
Investigación y Organizaciones No Gubernamentales y el indigenismo en el marco
institucional venezolano durante las últimas décadas del siglo XX, la política
y la acción Indigenista del Estado Venezolano
(1969 – 1980); la política y Acción Indigenista (1981 – 1990) y
finalmente el indigenismo durante la crisis
revolucionaria (1990 1999), todo esto acompañado de una cronología y una
abundante relación de fuentes documentales, bibliográficas y hemerográficas.
Existe también un capítulo donde comenzamos a elaborar una teoría para explicar
la historia de la resistencia India, la cual ha evolucionado en la última
década hasta poder identificar con el título de Teoría Bolivariana de la
Historia (Una historia para la Liberación). Esto es precisamente el tema que resumiremos
en el auditorio de la Asamblea Nacional en su sede de la esquina de Pajaritos.
El
hilo conductor de nuestro trabajo fue elaborado desde la realidad de que estábamos
frente a una relación de dominio, pero que además se había formado una cadena
de dominadores y dominados, de excluidos que se resistían y aun se resisten a
las imposiciones de la cultura dominante, pero también hemos estados dominados
por una clase dominante dominada por sus amos foráneos, quienes siempre
modifican sus formas de dominio encubiertas con los más insólitos argumentos.
Este primer capítulo termina en un asunto conocido como el indigenismo en América.
Lo
primero que advertimos es que toda relación de dominio oculta la violencia o la
justifica mediante un discurso y una cultura a la cual identificamos como cultura
de la dominación. El primer acto de dominio consistió en darle nombres
españoles a todas las personas y a las cosas. La isla de Quisqueya, que
significa en el idioma de sus primeros ocupantes, los Taínos, la madre de las
tierras, en adelante, la llamarían La
Española. El otro acto de dominación económica que trajo el nuevo experimento
de implantación de la sociedad fue el cobro de tributo a los aborígenes,
quienes debían aportar cierta cantidad de oro y algodón, o en su defecto
prestar trabajo personal. Queda otra forma de dominación más evidente, cuyo
resultado se vería materializado a los nueve meses de su ejecución. Una nueva
generación de mano de obra para la servidumbre, la cual sería colocada en
diferentes categorías o escalafones de importancia, todo en relación con el
mayor o menor grado de acercamiento al color de la piel y los rasgos físicos
más acercados a los del amo.
Durante
los primeros años, la Corona no había establecido una política definida para la
relación que establecían con los habitantes de las tierras ocupadas, se
limitaban a reproducir sus costumbres medievales, a aplicar el derecho de
guerra contra los moros y corsarios del Mediterráneo, consideraban como un
hecho natural esclavizar a los enemigos, sobre todo cuando los supuestos
enemigos no eran cristianos o contaban con buena fuerza de trabajo. Con
respecto a la legislación española con respecto a los aborígenes debemos
advertir que fue confusa, contradictoria, y sobre todo se quedaba sobre el
papel.
Si
el dos de agosto de 1530 se expidió una provisión general mediante la cual se
proscribía la esclavización de los indios aunque fuesen capturados en
"guerra justa", estamos ante una situación que indica que semejante
práctica se había extendido a límites que era preciso detener o controlar. Al
año justo de su promulgación, el primer gobernador alemán de Venezuela, Ambrosio
Alfinger la "suplicó" ante la Real Audiencia de
Santo Domingo porque le causaba daños y perjuicios a él y a los conquistadores,
porque a falta de buscar inútilmente sin encontrar el fabuloso Dorado, la trata
de esclavos indios era la única ganancia que habían obtenido de los 80.000
ducados que habían invertido los Welser [1] en la aventura venezolana.
Durante
ese período inicial, se promulgaron y derogaron, disposiciones legales para
regular la esclavitud de los naturales, la cual se fundamentó en
justificaciones de captura por guerra y naborías, las cuales llegaron a
considerarse como un derecho tan arraigado, que hasta se negaron a pagar el
impuesto correspondiente del quinto real [2]. Luego vino una nueva forma
de relación que se institucionalizó mediante una formalidad conocida como Repartimiento
y la Encomienda [3], la cual no era más
que una relación semejante pero con otro nombre.
El
ideario de la Corona
planteaba un problema jurídico cuando proponía la defensa de la persona y los
bienes de los habitantes originales en Venezuela, quienes al carecer de
concepto de propiedad privada y de la legislación que regulaba su
existencia, no encontraban más remedio
que someterse o huir. En la realidad este ideario encontraba oposición de los
colonos. El divorcio de los principios éticos con su aplicación práctica generó
un conflicto en esta relación. La
Ley consideraba a los nativos como a personas que requerían
protección cuando en realidad, se les trataba como a animales porque no se les
tenía la menor consideración a la hora de exigirles el trabajo. Proliferaron
medidas reformistas, leyes pletóricas de buenas intenciones, pero incapaces de
detener la acción depredadora de los colonos en las tierras conquistadas[4].
Las
leyes de indias consideraron al indígena como a una suerte de niño grande,
cuyos derechos merecían su protección en aras de su bienestar y justicia; un
menor de edad dependiente de un tutor "civilizado" el cual debía
asumir la responsabilidad de su destino.
Estas
Leyes le garantizaban al aborigen los "beneficios" de la
"civilización" y la "salvación" de su alma mediante un
sistema que los "repartía" para colocarlos bajo la
"protección" de los encomenderos, quienes además de ocupar sus
espacios tradicionales, tenían el derecho de apropiarse de su fuerza de trabajo
y el sometimiento a un impositivo régimen de tributos y contribuciones que
asegurarían pobreza de por vida durante generaciones, y el Cielo después de los
pesares sufridos en la Tierra.
El
Papa Alejandro VI aspiraba a una rápida y segura cristianización de las
regiones recién encontradas por las expediciones colombinas. La relación
jurídica y política de este hecho está vinculada a la Bula Inter
Coetera de tres de mayo de 1493. Su Santidad entregó mediante donación a las Católicas
Majestades de España, las tierras recién descubiertas y estableció la
delimitación de las zonas correspondientes a españoles y portugueses. La
intención está claramente vinculada a evangelizar a los infieles con el
propósito de asociar a la
Corona a la tarea de extensión de la cristiandad. Este hecho se puede catalogar como un acto de
Soberanía Celestial ejercida sobre el planeta, creación de Dios. Una vez rota
la unidad cristiana con el protestantismo, apareció la rivalidad por divulgar las propias
creencias, o intensificar la cristiandad en virtud de esta contienda[5]. Para Atahualpa, último
inca soberano, esta actitud fue considerada como una locura: repartir un mundo
que no les pertenecía. Decirlo le costó la vida, o aceleró su sentencia. Lo
mató el mismo extraño fundamento que otorga la soberbia de un monarca a
sentirse con derecho de mandar a callar a otro jefe de Estado. La ideología que
lo legitima en su país. La misma que justificó medio milenio de violencia.
Según
las apreciaciones del jurista Rodríguez Iturbe, los colonialistas de entonces,
tenían como ratio iuris, en lo que se refería a la evangelización
del Nuevo Mundo, el principio de salus animarum. O cualquier cosa que el común de los mortales
no entendiera, pero que sonara con carácter científico. Pero más allá de las
precisiones ideológicas y jurídicas, nos interesa fundamentar la idea que expresa un autor citado por
Rodríguez Iturbe quien señala que El
Estado Eclesiástico ocupaba un sitio preferente en la jerarquía social de
Hispanoamérica. Considerando la
Corona como uno de sus fines principales en la conquista del
Nuevo Mundo, la conversión y doctrina de los indígenas, no dejó de favorecer y
dotar allí a la
Iglesia Católica y de honrar a las personas eclesiásticas[6]. Lo relevante de
esta cita obedece a fundamentar la idea
de que la vinculación de la evangelización con la conquista de los territorios
otorgados por derecho divino, tiene raíces y tradición histórica en cuanto a un
proceso identificado con la idea de incorporar al indígena a la tradición
cristiana y sobre todo, poner sobre el tapete la constante de la evangelización
como elemento común, así como la presencia de grupos misioneros de las ramas
más variadas del cristianismo, como se hará ver en el desarrollo de este
trabajo la presencia de misioneros religiosos:
misioneros Capuchinos, Nuevas Tribus, Adventistas, y protestantes, entre
otros, quienes constantemente se han dado a la tarea de influir sobre la
cultura de las etnias, para favorecerlas con los beneficios de nuestra
civilización, y pensando de manera sincera, en la mayoría de los casos, que les
están haciendo un gran beneficio al cristianizarlos porque han estado convencidos de que esta forma de
vida cristiana es superior. El mismo Bartolomé de las Casas con su imagen de
santurrón, no aceptaba otra religión que la propia, que según él, además era
superior al resto de las religiones. A esta fuerza evangelizadora, representada
con flechas como los vectores de la fuerza física, tienen su punto de partida
en el símbolo de la Cruz
y se proyectan en la expansión geográfica de la dominio mental que ejercerán
las instituciones de la Cruz
en la expansión de la cultura europea en América, a la cual se le incorporarán
los medios de información del sistema capitalista a quienes continuaremos
representando con la Cruz.
De
los albores de la Conquista
es necesario recordar un acuerdo firmado entre Enrique Ehinger y Bartolomé
Sailer, representantes de la
Compañía Welser en Sevilla, la cual tuvo lugar en marzo de
1528, mediante la cual se estipulaba la conquista y población de Venezuela, y
más tarde, en 1531, pasó a manos de Antonio y Bartolomé Welser, sin olvidar las
expediciones de Juan de Ampíes.
Vale
destacar que después de la
Independencia , la nueva nación le reconoce al aborigen su
derecho de igualdad ante la Ley ,
pero a la luz del proceso histórico no alcanzamos más que a percibir un velo
que resguarda nuevamente fines políticos y económicos concretos: la explotación
de mano de obra barata y el despojo progresivo de sus tierras. La
"civilización" lo desvincula del sentido colectivo de ocupación y
aprovechamiento de los recursos del hábitat y los somete a un sistema
progresivo de producción agraria al estilo criollo como la única alternativa
frente al exterminio de sus patrones culturales y la aniquilación de sus
etnias. Las nuevas naciones se encontraron ante una disyuntiva por su condición
de nuevas repúblicas a la hora de diseñar nuevas estructuras la cual fue
expresada por Simón Bolívar en su célebre Carta de Jamaica: ...no somos
indios ni europeos, sino una especie intermedia entre los legítimos
propietarios del país y los usurpadores españoles: en suma, siendo nosotros
americanos por nacimiento y nuestros derechos los de Europa, tenemos que
disputar estos a los del país y mantenernos en él contra la invasión de los
invasores; así nos encontramos en el caso más extraordinario y complicado... Dentro de semejante ambigüedad los
criollos adoptaron modelos europeos que proponían la reducción e incorporación.
En la obra, discursos, y conversaciones con el Doctor Esteban Emilio Monsonyi,
siempre nos advierte el cuidado antropológico con que debe tratarse el tema del
mestizaje, para no caer en una nueva versión del racismo colonial.
En el Discurso mediante el cual Antonio Leocadio
Guzmán[7]
presenta su Memoria ante el Congreso en 1831. Muestra preocupación por la
ausencia de Misiones, lamenta que “innumerables indios se han vuelto a la
vida salvaje, sus pueblos están en escombros, yermos los campos que cultivaban[8]. Es un gobierno de supuesta ideología liberal,
pero no percibe la fuerza colonizadora de la Iglesia , no podían captar que la inversión de la Iglesia era un negocio a
muy largo plazo. Tan colonizado el ministro Guzmán que no observa la ingerencia
extranjera en esas Misiones.
Durante el siglo venidero, las relaciones entre el
Estado y la Iglesia
no acusan comunicación relativa a la presencia de alguna política de Misiones,
ignoraban el estado en que se encontraban siquiera las instalaciones de las
Antiguas Misiones. Para el Ministro del
Interior y Justicia “ El medio más eficaz para la reducción de los indios
gentiles ha sido hasta ahora el de las misiones, que ya en julio del año 18
decía el gobierno de Colombia que habían desaparecido desde el Amazonas hasta
Cumaná”[9]
El
lenguaje oficial utiliza términos de “Reducción” y “Civilización” de tribus
“salvajes”. Detrás de estos términos reposa una ideología que define claramente
el punto de vista de la clase dominante con respecto a los indígenas, los
desconocidos pobladores del territorio nacional ubicado en lo “impenetrable” de
la selva. Menciona prohibiciones tales no como contratar indios sin salario
estipulado ..., se les igualó en derecho con los demás ciudadanos, se les
eximió de contribuciones civiles, por cinco años, en los bienes que poseyeran
comunalmente, se les mandaron a restituir las tierras en proporción y pleno
dominio, y se mandaron tomar informes y formar listas de ellos, con otras
disposiciones igualmente benéficas[10].
La mentalidad
se asoma en el discurso
neocolonialista, es curioso observar estas citas a la luz de las
necesidades de población blanca europea que manifiestan cuando piensan en
inmigrantes. Al avanzar el siglo encontramos otro ejemplo: " Se
declaran las regiones Delta y Caura y el Territorio Amazonas región de Misiones
Católicas para la reducción y civilización de los indígenas, encargando de dichas
Misiones a Religiosos Capuchinos, cuyo número podrá ascender a cincuenta
padres"[11]
Pero más allá de los discursos, cuentas y
justificaciones existen hechos concretos que reflejan la actitud hacia los
indígenas y la manera como se les consideraba. Tal es el caso del Comandante de
la línea de Sinamaica cuando informa al gobernador de Maracaibo acerca de Los Excesos cometidos por los goagiros
(sic) cerca de la línea de Sinamaica.
Aunque el tono de la presentación habla de excesos de los indígenas, no
miran como exceso el hecho que los exploradores de campo estuvieran bañando y
dando de beber a sus caballos en el único pozo donde los indígenas tomaban
agua, sin tomar en consideración la aridez de la región. Ellos no lograron
entender porque esos "indios tan bravos" se disgustaban cuando
alguien llegaba a bañar sus caballos en el pozo
de agua potable[12]. Si
observamos el contexto histórico donde se manifiestan los hechos, corresponden
a la época de las discusiones Pombo Michelena. El argumento que se quería resaltar
era que los venezolanos estaban muy ocupados en la defensa de la Guajira. Presentaron
el caso como si los soldados hubiesen sido provocados por los indígenas, sin
justificado motivo.
Cuando la información llega de Maracaibo a Caracas, y
sale hacia Bogotá, tampoco mencionan el detalle de que los criollos bañaban sus
caballos en el agua del pozo. Se olvida la condición climática de la zona, y el
valor que el agua pueda tener para ellos. Si se observa el tenor del documento
en virtud del lenguaje empleado; comienzan llamándolos "indios
guajiros", luego entre paréntesis expresan que "habían intentado
robarse los caballos de la guarnición", luego elevan el tono a "banda
de forajidos", luego se refieren a "nuevas partidas de indios
turbulentos", y resaltan el hecho de que tampoco habían misioneros para esa época en la zona.
El
Estado Venezolano, como engendro de la Guerra de Independencia no pudo controlar el
mismo descontento insatisfecho manifiesto en las Guerras Civiles que agotó su
resistencia después de consumir el siglo XIX alimentando su poder con más
violencia, para la conquista de la paz. La violencia política duró, en pocas
palabras: un siglo, hasta que el general Gómez impuso por la fuerza, aunque
parezca contradictorio, impuso la paz, tanto el liberalismo, como la libertad
se agotaron como símbolos para justificar guerras.
El
siglo XX requirió de nuevos símbolos, el general Gómez había consolidado la
unidad territorial de la Nación ;
mediante la integración de los Andes a la vida nacional; garantiza la paz
mediante la conformación de un ejército nacional para el Estado, el Estado
tendrá "provisionalmente " su comandante en Jefe: el general Gómez,
quien monopoliza e institucionaliza la violencia, dando fin a cien años de
guerras civiles.
Estado
y Ejército fundidos sustituirán durante el neocolonialismo a la Espada y la Corona ; mientras que la
cruz se divide entre instituciones regidas por católicos y protestantes o
evangélicos. Pero surge un nuevo símbolo, emblema de la Venezuela del siglo XX:
la torre de Petróleo, el oro negro del neocolonialismo. El Dorado de ese siglo.
[1]
Juan Friede, Orígenes de la Esclavitud Indígena en Venezuela, en: América
indigenista Órgano Trimestral del Instituto Indigenista Interamericano,
vol XXXII n 1, México, enero 1962, pp 7
-23
[2] Juan Friede, Ob. Cit. p.
17.
[3] “A partir de
1545 se inicia entre nosotros el sistema de la encomienda, ya que al mismo
tiempo que se repartían tierras, se comenzaron a distribuir los indios entre
los colonos, quienes los destinaban a cultivarlas, cuidar los ganados y demás
trabajos agrícolas. El encomendero se obliga a enseñarles doctrina cristiana,
español, mandarles a rezar una misa cuando murieran, a pagar tributo anual al
fisco y servir al rey en lo militar cuando lo llamaren. No podían vender ni
prestar los indios encomendados.” Arellano Moreno, Breve Historia de
Venezuela, p. 114.
[4] “La política
española de buenas intenciones, como la llamaba Lambert, enfrentó siempre la
resistencia enconada de los conquistadores y las de aquellos que les siguieron,
dando origen al fenómeno que aún en nuestros días afecta tan profundamente la
vida política latinoamericana, o sea la proliferación de medidas legislativas
de naturaleza reformista, que manifiestan buenas intenciones, pero ante las
cuales la respuesta es generalmente la de su evasión por parte de la mayoría.
[5] José Rodríguez
Iturbe, Iglesia y Estado en Venezuela, Caracas, U.C.V., 1968, pp.
12 – 13.
[6] R. Konetzke,”
La esclavitud de los indios en la Estructuración Social ”
en Estudios de Historia Social de España, Madrid, 1949. Citado
por Rodríguez Iturbe, Ob.Cit. p. 21
[7] Memoria, sobre los negocios correspondientes a los despachos del interior y
justicia del Gobierno de Venezuela, que presenta el encargado de ello al Congreso
Constitucional de 1831 (2 de la
Ley y 21 de la Independencia ) El texto de esta Memoria lo
recogió Antonio Leocadio Guzmán en Datos históricos Sur Americanos, Bruselas,
1878, tomo I, pp 57 – 128) (Nota del Ed.) en La Doctrina Liberal ,
Antonio Leocadio Guzmán , tomo I, Caracas, Ed. Congreso de la República , n 5, 1983
[8] Memoria del
Interior y Justicia 1831,p. 87 en : La Doctrina Liberal ,
Antonio Leocadio Guzmán , tomo I
[9] Memoria del Interior y Justicia
1831,p. 87 en : La
Doctrina Liberal , Antonio Leocadio Guzmán , tomo I.
[10] Memoria del Interior y Justicia, 1931, p. 86 en Ob. Cit.
[11] Joaquín Crespo,
Decreto de 12 de mayo de 1894.
[12]
1.1.13.3
AGDF SE INSTRUYE AL MINISTRO DE LA REPUBLICA EN BOGOTA
DE VARIOS EXCESOS COMETIDOS POR LOS GOAJIROS CERCA DE LA LINEA DE SINAMAICA EN
1844 FLS 503 - MCBO, 8 de febrero de 1844 fls 506 - 510